Richard Geoffrion Photographe

Pour la page en français, cliquez ici

LAS NOCHES DE MUERTOS
Para nosotros, la muerte es un tabú, lo impensable!

Frente a ella, no entendemos nada. El luto nos obliga a dejarla ir porque es el espejo de nuestra impotencia.

En México, las cosas son diferentes. Las Noches de Muertos tienen lugar el 1 y 2 de noviembre. En todas partes, desde Guadalajara hasta Oaxaca, las familias reviven su luto para celebrar a sus muertos. Estas festividades anuales fortalecen la identidad mexicana, las relaciones familiares y comunitarias. Esta tradición también está incluida en el Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad de la Unesco. Hay 130 millones de mexicanos y 36 grupos étnicos que celebran esta festividad con variantes locales y culturales que hace que la práctica de este ritual no sea homogénea.

Para esta exposición, estuve varias semanas, en 2014 y 2015, en Michoacán, cerca de Pátzcuaro, donde viven los indígenas Purépechas. Asistí a las conmovedoras celebraciones del Día de Muertos, donde se mezclan los ritos mortuorios prehispánicos y el cristianismo colonial. Estas conmemoraciones se extienden a lo largo de mas de dos semanas, incluida la restauración de las tumbas, la compra de los artículos para preparar las ofrendas a los muertos, la decoración de las tumbas así como los cementerios y la apoteosis: la vigilia con los cuerpos o la velación. Durante este período, las ciudades y pueblos cobran vida y decoran para rendir homenaje a las almas de los muertos. Los cementerios se llenan de colores y vida, perfumados por la abundancia de flores, para vengarse de la muerte. Todos estos artificios se organizan para mostrar a los espíritus errantes el camino para volver a visitar a su familia durante estas noches mágicas.

El 1 de noviembre celebramos el culto a los Angelitos o muertos chiquitos , niños que fallecieron durante el año y cuyas almas buscan su camino al paraíso. El 2 de noviembre, es el turno de los adultos fallecidos y bautizados para ser objeto de esta devoción.

Varias hipótesis tratan de explicar el origen de esta costumbre. El más conocido nos lleva a los tiempos prehispánicos. Estas celebraciones paganas iban de la mano con la temporada de cosecha a finales de agosto.

La segunda hipótesis se remonta al siglo XV con la llegada de los conquistadores españoles que creían que los espíritus de los muertos vagaban por la tierra y amenazaban con llevarlos a la otra vida. Temerosos, los españoles les ofrecieron comida para aplacar sus temores. Como buenos practicantes, para respetar la tradición cristiana, obligaron a los nativos a trasladar el Día de Muertos a Todos los Santos el 1 de noviembre. Estos últimos trasponen su compleja relación con la muerte y, por imitación, la adaptan a la doctrina católica.

La tercera hipótesis se basa en la investigación de Elsa Malvido (1941-2011), antropóloga y directora de estudios históricos en el Instituto Nacional de Antropología e Historia de México. Ésta confirma la herencia medieval española, el deambular de las almas.

Pero según ella, el origen prehispánico sería una fabulación creada por los gobiernos nacionalistas de México, resultado de la revolución de 1910, para reforzar la identidad y unificar la cultura popular del país.
La explicación real puede ser una combinación de estos supuestos.

Aún así, la celebración del Día de los Muertos en México es un fenómeno poderoso, un signo de vitalidad de sus tradiciones y un profundo apego a su cultura. Además, no debemos ocultar la influencia del imperialismo cultural hecho en los Estados Unidos, que es una diversión al promover, al mismo tiempo, Halloween, un festival mercantil que desnaturaliza el Día de los Muertos.
Originalmente, ¡los purépechas nativos, un pueblo extremadamente místico, habrían venido a la tierra solo para servir a sus dioses! La vida y la muerte serían complementarias; El cuerpo y el espíritu, siendo uno, deben ser honrados después de la muerte. Según ellos, las almas de los difuntos tienen la capacidad de moverse libremente en el inframundo, pero de acuerdo a reglas precisas. Pueden experimentar necesidades similares al mundo de la vida, pero también pueden perderse o alejarse de los caminos del paraíso.

La Fiesta de los Muertos ocupa un lugar estructurante en la realidad de los vivos. Esta tradición es, con las festividades de Navidad y Semana Santa, la trilogía de los grandes eventos que marcan las tradiciones y creencias de los mexicanos. De las 7000 tomas realizadas, 30 fueron seleccionadas. Estas fotografías representan las emociones y el comportamiento de los vivos, reunidos frente a las sepulturas de sus muertos y nos ofrece una relación más amistosa con la muerte.

Como extranjero, estamos domesticados por este ambiente funerario. La empatía que surge de las familias, los individuos, los muertos y los vivos se vuelve contagiosa. Nos convertimos en cómplices de las tragedias y de los despidos. Paradójicamente, estos momentos mágicos nos tranquilizan y reconcilian con la muerte. A través de esta experiencia, donde la música, los colores y los olores estimulan nuestra sensibilidad, somos testigos de un fenómeno social único en la encrucijada del misticismo, el arte y la tradición.

Para terminar, quiero agradecer a Reine Lemerise, Diane Ouellet, Agustina Chávez Ortiz, Samantha Silva Resinas y a mis amigos por su colaboración indispensable.


LAS OFRENDAS DE MUERTOS
Las ofrendas en las tumbas son un signo de gratitud y afecto. La selección y disposición de las ofertas dan paso a la creatividad y son verdaderas creaciones artísticas. Los objetos habituales adquieren una dimensión sagrada y sirve como mediador entre el mundo de los vivos y los muertos. Esto permite el diálogo con espíritus errantes en el inframundo, el reino de los muertos en el mundo subterráneo.

La tumba se transforma a veces en un altar erigido de varios niveles. Los pobres y los ricos se unen. La cantidad y variedad de elementos en las ofrendas son indicativas del estatus social del fallecido. Las familias adineradas contratarán a músicos para interpretar las canciones favoritas de los fallecidos. Además de las oraciones y las canciones, el énfasis estará en el clavel naranja o flor de cempasúchil, coronas y variedades de flores, y en la luz suave de las linternas y las velas brillantes en la noche.

Encontramos como adornos: la foto del difunto, un crucifijo o una cruz de madera, artículos personales, alcohol o su bebida favorita, una palabra de agradecimiento, juguetes, pan de muertos, agua para calmar la sed de las almas, incienso, cigarros, ollas de barro, calaveras de azúcar, frutas, maíz, calabaza en piloncillo, sal y papel picado.


LA PREPARACIÓN DE LAS TUMBAS
En la semana anterior al 1 de noviembre, los cementerios cobran vida para celebrar la muerte y permitir que los vivos vuelvan a vivir su luto. Es con la familia o con la ayuda de los trabajadores que se lleva a cabo la preparación de las tumbas: en primer lugar limpiar la tierra, deshierbar, reemplazar lo que durante el año se rompió ya sea azulejos o hacer reparaciones de cemento, pintar las cercas de metal, limpiar las inscripciones en lápidas así como el lavado de las tumbas.

Toda esta actividad da lugar a un va y viene, de la mañana a la noche, a docenas de personas de todas las edades que van a trabajar largas horas para restaurar las tumbas de sus familiares. La idea es restaurar las tumbas y embellecerlas para recibir dignamente el alma de quien uno espera durante las noches de los muertos.

Todo se hace de manera ordenada, en paz y serenidad. De un punto de visto de un extranjero, parece un gran centro de artes plásticas al aire libre. Y aun más impresionante porque las estelas funerarias de varios tamaños, yuxtapuestas en desorden, forman un mosaico de colores y los caminos para moverse en la noche son verdaderos laberintos.


EL DÍA DE MUERTOS EMBELLECE CIUDADES Y PUEBLOS
Para estas celebraciones, las ciudades de Pátzcuaro y Quiroga se transforman para recibir a los visitantes, al igual que los numerosos pueblos alrededor del lago de Pátzcuaro como Ihuatzio, Tocuaro y Tzintzuntzan. En las plazas públicas, los puestos de artesanía están llenos de objetos necesarios para la decoración de tumbas y altares. Los comerciantes públicos ofrecen velas gigantes, cirios y coronas de flores. Es impresionante ver a los campesinos invadiendo las calles con su gran camión cargado de flores multicolores que difunden un aroma dulce en la ciudad. Museos y galerías de arte presentan exposiciones: exhibiciones de calaveras decorativas, concurso de altares, pinturas y esculturas en honor a la famosa Catrina, el esqueleto femenino que sonríe a la vida. ¡Pero representando la muerte!

A la entrada de pueblos y cementerios se erigen gigantescos arcos decorados con flores. Las plazas públicas adquieren un ambiente festivo con la instalación de escenas para presentar actuaciones musicales. Los pueblos cobran vida con compañías de danza y músicos tradicionales.

Tiendas, farmacias, hoteles y restaurantes participan en la celebración arreglando con flores el piso o las catrinas gigantes. Algunos decoran su vestíbulo con altares, a veces para rendir homenaje al propietario fallecido del comercio. En las escuelas se celebran concursos donde las clases se transforman en un cementerio efímero en el que se recrea un entierro. El salón de clases se vacía y los alumnos participan trayendo elementos de decoración. Se disfrazan con trajes tradicionales y personifican a lloronas o a madres en duelo.


Las noches de muertos / Exposición de fotografías
DESCRIPCION DEL PROYECTO
Las noches de muertos se origina de un viaje a México. Fui allí para presentar mi exposición fotográfica sobre Cuba: Somos Diferentes Somos Iguales. En 2014 y 2015, pasé varias semanas en la región de Pátzcuaro, Michoacán donde viven los indígenas purépechas y asistí a las celebraciones del Día de Muertos. Las cuales forman parte del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad de la Unesco, esta tradición es, con las festividades de Navidad y Semana Santa, la trilogía de los grandes eventos que marcan las tradiciones y creencias de los mexicanos.

El 1 de noviembre, celebramos el culto de Los Angelitos, los niños que murieron durante el año y cuyas almas buscan el camino al paraíso. El 2 de noviembre, es el turno de los adultos que han fallecido para ser el objeto de esta devoción. Durante estas noches, las familias se reunirán en las tumbas y revivirán su luto con la esperanza de volver a conectarse con las almas de sus muertos.

La principal dificultad para lograr este proyecto es principalmente humana. Con las personas / modelos, fue necesario instalar un verdadero clima de confianza, validado por una empatía sincera para asegurarse de su complicidad. El hecho de que hablo español ha facilitado enormemente los intercambios. Además, me apoyo alguien de la comunidad.

Desde un punto de vista técnico, trabajar de noche, en el frío, en un tripie fotográfico para poder conseguir tomas perfectas y en un cementerio ocupado, nos lleva a los límites de las capacidades de la fotografía. De las 7000 tomas realizadas, 30 fueron seleccionadas. Estas fotografías representan el comportamiento de los vivos, reunidos frente a las sepulturas de sus muertos y nos invitan a reconsiderar la muerte como el gran misterio de la vida.


Las noches de muertos / Exposición de fotografías
ENFOQUE ARTISTICO
Mi enfoque artístico se centra principalmente en los valores humanos con los que exploro las relaciones con “el otro”, en una pregunta existencial y cómo tabú, la muerte. Tras la muerte de mi padre, que viví como una verdadera tragedia, quise recuperar mi luto en un entorno ajeno a nuestras costumbres, abandonarme en este universo desconocido pero al mismo tiempo seguir vulnerable a las emociones que se apoderaron de mi.

En estos cementerios, traté de acercarme a los “vivos”, sin perturbar su privacidad o perturbar su recuerdo. De esta manera le di al reportaje su espontaneidad y a la etnografía su autenticidad.

En un momento en el que el choque de culturas está fragmentando nuestras sociedades, quise ser cómplice en este ritual funerario para mitigar nuestras diferencias y provocar la reflexión. Haciendo frente a nuestra concepción biomédica y reductiva de la muerte, propongo una alternativa agradable y rica en colores. A través de mi experiencia, quiero transmitir una lectura de calma sobre el luto, la compasión y serenidad haciendo frente al gran misterio de la muerte.

Espero que tal acercamiento pueda ayudarnos a liberarnos de las barreras escleróticas de nuestras convenciones funerarias.


Me complace ofrecerle una exposición de fotografías, un proyecto original rico en color, sobre un tema primordial pero tabú en nuestras sociedades occidentales. Este es un ritual funerario practicado en México y llamado Día de Muertos. Catalogado como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad de la Unesco, este gran festival tradicional se celebra todos los años a principios de noviembre.

Para este proyecto, pasé varias semanas en la región de Pátzcuaro, Michoacán, en 2014 y 2015. Asistí a las conmovedoras celebraciones del Día de Muertos, donde se mezclan los ritos mortuorios prehispánicos y los heredados del cristianismo colonial. De las 7000 fotografías tomadas, seleccioné 30 para esta exposición.

Mi objetivo es descubrir un escaparate cultural asombroso, una concepción positiva del duelo y su relación con los muertos. Estas fotografías, a veces deslumbrantes, a veces misteriosas y serias, ilustran tanto los preparativos febriles para la fiesta, así como las emociones de los vivos reunidos ante las ofrendas de sus muertos. A través de mis ojos, propongo una lectura calmante de luto, una alternativa más serena y amistosa sobre el gran misterio de la muerte.

Esperando que mi propuesta toque su corazón y sus sentidos, me gustaría poder recibir una respuesta positiva de tu parte, gracias por su atención.

Las noches de muertos / Exposición de fotografías
FICHA TÉCNICA DE LA EXPOSICIÓN
• 4 posters de 16 “x 24” o 40 cm x 61 cm, ligeros. Montaje de fotografías acompañadas de texto documental.
• 32 fotografías a color de 12 “x 18” o 30 cm x 46 cm montadas en cartón ligero de 16 “x 22” o 40 cm x 56 cm (negro o blanco).
• La edición de las fotografías se realiza sin vidrio por lo que el soporte es muy ligero.
• El orificio se realiza con un clavo pequeño (2,5 cm), se aplicará una cobertura en el orificio al quitar la exposición.
• Prohibición a los visitantes de fotografiar la exposición.
• El número de fotografías expuestas / colgadas puede variar desde 32 hasta 20, dependiendo del tamaño de la sala.
• Una lista de precios estaría disponible en la sala de exposición.
CARTÓN BLANCO

40×56 cm

FOTOGRAFÍA

30×46 cm